ÁMSTERDAM, LA CIUDAD DE LA LIBERTAD
- camiolmi
- 12 ago 2018
- 6 Min. de lectura
Es la capital de los Países Bajos, delimitada al norte por la bahía del IJ y al sureste por el río Amstel. Es conocida también como “La Venecia del norte” debido a una serie de canales semicirculares construidos en gran parte en el siglo XVII que rodean el casco antiguo de la ciudad.
Con mis experiencias anteriores y las que estoy viviendo ahora en Europa he aprendido que todas las ciudades poseen dos puntos neurálgicos de interés para todo turista, el primero de ellos es el casco antiguo o centro histórico y el segundo la vida que existe alrededor o en muchos casos sobre el mismo río que atraviesa la ciudad.
Comenzaré este relato hablando de lo primero a lo que me enfrenté y a donde pase la mayor parte de mi estancia, el centro de la ciudad. Bajamos del bus, comenzamos a caminar por una de las avenidas más importantes en dirección a la plaza principal y de inmediato descubrí que este sería un día intenso, había más gente de la que esperaba, es más, me atrevo a decir que había tanta gente como en ciudades turísticas mundialmente conocidas como París o Roma.

La Dam Square es básicamente una plaza típica de ciudad europea. Es una explanada de cemento con un monumento nacional (pilar de piedras realizado en memoria a las víctimas de la segunda guerra mundial) ubicado en el punto central de la plaza muy bien acompañado de una perfecta arquitectura a su alrededor, conformada por el distinguido Palacio Real de Ámsterdam (imponente residencia para recepciones de la realeza), la iglesia gótica del siglo XV traducida al español como “Iglesia Nueva” y el Madame Tussauds (museo de cera con celebridades de Estados Unidos), estos junto con otros edificios igual de increíbles pero de menor relevancia histórica le dan vida al lugar de encuentro más popular de la ciudad.
Para los amantes sobre temas relacionados a la segunda guerra mundial, esta ciudad les entrega una nutrida variedad de opciones por visitar, como por ejemplo la Casa-Museo de Ana Frank, el Museo de la Resistencia y el Museo Nacional del Holocausto. Lugares preparados para recibir a personas de distintas partes del mundo ya que poseen audioguias gratuitas en diferentes idiomas. Mis dos sugerencias más importantes para estos atractivos lugares es: primero planificar con anticipación su visita es decir comprar con antelación los tickets ya que se acaban muy rápido, vía online se pueden obtener hasta incluso dos meses antes. La segunda sugerencia es que vaya con tiempo ya que los museos tienen mucha información que entregar a lo largo de sus recorridos, los cuales pueden durar fácilmente tres, cuatro o hasta cinco horas y se componen de lecturas, videos, maquetas, objetos y artefactos de la época pulcramente organizados para quien desee visitarlos. Para quienes se pregunten si es muy aburrido, la verdad es que no, quedaran deslumbrados de la organización y del gran apoyo del material audiovisual que utilizan para relatar la historia. Definitivamente vale la pena darse una vuelta por estos museos y nunca esta demás darse un baño cultural de la historia universal.

Otro lugar que recomiendo para visitar y sobre todo con niños es el NEMO, museo que se encuentra junto a la bahía simulando la forma de un buque, con exhibiciones, experimentos y espectáculos interactivos relacionados a las ciencias y la naturaleza. Posee en su exterior una enorme terraza de acceso gratuito con una privilegiada vista hacia la ciudad y hacia el río, con juegos de agua ideales para tiempos de calor, es el lugar perfecto para los más pequeños y para disfrutar en familia.
Un vez recorrido parte del casco histórico de la ciudad, decidimos adentrarnos en las corrientes de sus interminables canales, no en vano esta ciudad es conocida como la Venecia del norte debido a que posee más de 100 kilómetros de agua, unos 1500 puentes que lo cruzan y alrededor de 90 islas. Gran parte del sistema de canales de Ámsterdam es fruto de una buena planificación urbana de la ciudad. Fueron creados en sus inicios para el desarrollo residencial, objetivo que por lo que observe se sigue cumpliendo hasta el día de hoy. Durante todo el recorrido que realice en una especie de minicrucero, se podían apreciar casas flotantes, barcos y botes donde las personas viven, por supuesto que quien desee residir sobre algún canal debe acercarse al ayuntamiento o municipio y solicitar los permisos correspondientes, no es llegar e instalarse como mi mente pequeña pensó en primera instancia. De estos recorridos hay un sinfín de ofertas, en cada muelle encontraran diferentes empresas que ofrecen el servicio, los precios son variados y dependerá del tiempo que dure el paseo, la cantidad de idiomas en que se realiza el tour y el tipo de embarcación. Sin duda alguna aunque sea un paseo de 30 minutos en un pequeño bote no se arrepentirán, la mística experimentada sobre estos canales no tiene punto de comparación.

Si Ámsterdam se caracteriza por sus extensos canales también lo hace por su medio de transporte más importante, la bicicleta. Es sin duda el favorito de los amsterdaneses y es algo que, una vez conocida la ciudad, se entiende perfectamente. Las bicicletas que circulan por estas calles cuentan con unas infraestructuras privilegiadas, hay aparcamientos por todas partes y las ciclovias cuentan con más de 15.000 kilómetros de extensión, es definitivamente sorprendente la gran cantidad de bicicletas con las que se encontraran en esta ciudad.
Ya a eso de las nueve de la noche, no podía irme de la ciudad sin antes visitar el tan mencionado Red Light o Barrio Rojo, uno de los más liberalizados del mundo en cuanto a prostitución, drogas y diversidad sexual. La prostitución está completamente regulada, de forma que cada prostituta debe por ley tener contratado un seguro social privado, pagar impuestos y a realizar todos los procesos legales correspondientes como cualquier trabajador. Básicamente llegué hasta allí por curiosidad, solo quería comprobar con mis propios ojos que tan real era el trabajo de la prostitución legal y que tan evidente era expuesto al público, como dicen por ahí hay que ver para creer. Lo primero que puedo contar desde la experiencia es que la entrada a estas calles es abierta, de forma que puede acceder cualquier persona. Lo segundo y de verdad que es cierto, las prostitutas se exhiben literalmente en unas especies de vitrinas con muy poca ropa, muy bien arregladas, maquilladas y las hay para todos los gustos. Quien quiera sus servicios, literalmente toca la puerta, ella abre, cruzan un par de palabras, el hombre entra, cierran las cortinas, se enciende una luz roja sobre la puerta, lo que indica que la cabina está ocupada, pasan unos cuantos minutos, el hombre sale y se va con cara de que aquí no ha pasado nada. Además de las cabinas de servicios las calles y pequeños pasajes están abarrotados de sex shop o en español tienda del sexo, donde venden revistas y videos pornográficos, lencería, juguetes sexuales y productos para practicar el sexo seguro, entre otras cosas más. Y por último y fue una de las cosas que más me llamo la atención son las especies de cines o teatros eróticos, los que tenían largas filas de espera para poder entrar, creo que estuvimos casi unos 10 minutos paradas afuera de uno de ellos tratando de entender de qué se trataba y finalmente logramos darnos cuenta a través de un cartel que hacían propaganda a escenas de sexo en vivo.

Famosos también en este barrio son los coffeeshops negocios en los que se venden en pequeñas cantidades drogas blandas como el hachís y la marihuana, aquí la venta de estas sustancias es legal. Lo que sí está prohibido y penado por la ley en estos establecimientos es la venta de drogas duras, alcohol y por supuesto la entrada a menores de edad.
Las calles y pasajes del barrio rojo estaban definitivamente repletas de gente, pero debo confesar que la mayoría pertenecía al igual que nosotras a la familia “Miranda”, en el rato que estuve allí solo observe a una minoría haciendo uso de los servicios brindados, sin embargo y no me cabe ninguna duda que más entrada la noche la gente debe utilizar con más esmero los diferentes negocios sino, no sería tan popular, no tendría tantas visitas o simplemente no existiría.
Llegue a esta ciudad con altas expectativas, gran parte de mi vida soñé con conocerla pero creo que para mí eran demasiados estímulos en un solo lugar, millones de turistas y residentes conglomerados por todos los rincones. Las avenidas, calles y callejuelas desbordadas de personas que a ratos sentí mi espacio personal un poco invadido por todo lo que ocurría a mi alrededor, entre la multitud, los autos y las bicicletas es para volverse loco. A pesar de ello y de toda la vorágine que entrega esta ciudad, creo que la mayoría de las personas que la visitan la aprovechan en su máxima expresión, tomando toda y cada una de las oportunidades que esta ciudad les entrega para disfrutar la vida a través de reuniones sociales, sexo, drogas, alcohol y rock and roll.
-CAOM-
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