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DOS MESES EN DÜSSELDORF

  • Foto del escritor: camiolmi
    camiolmi
  • 22 may 2018
  • 5 Min. de lectura

Llevo exactamente dos meses viviendo en Europa, en el viejo continente o en el primer mundo, llámenlo como quieran. Mi experiencia hasta el momento ha sido grata, los mayores problemas los vivimos en dos instancias una en el momento de buscar un lugar permanente donde vivir, donde por internet encontrábamos muchísimas estafas, incluso hasta de otros países, afortunadamente no caímos en ninguna de ellas. El otro problema se presentó cuando debíamos sacar el papel que nos permitía trabajar en algo así como una institución parecida al servicio de impuestos internos de Chile. Llegamos al lugar y no nos quisieron atender simplemente porque no hablábamos alemán, ni siquiera nos dieron la opción de hablar en inglés. Nos solicitaban llevar una persona como traductora, era la única manera de poder optar a ese papel. Finalmente y con el apoyo de las redes sociales por grupos de Facebook de chilenos que viven en Alemania, encontramos a una maravillosa persona que viajó desde una ciudad cercana a echarnos una mano a hacer el trámite, ella fue definitivamente en un momento de oscuridad una luz al final del camino.

El transporte público se compone de tranvías, metro, buses y trenes interregionales. Que puedo decir, es bastante caro trasladarse por la ciudad. El pasaje más económico que dura 90 minutos sale alrededor de $2100 pesos chilenos, hay un sinfín de tickets, los que son por minutos, largos, cortos, semanales, mensuales, por zonas, para turistas u ocasionales, etc. Cada uno con sus ventajas y desventajas, el usuario define cual le conviene más. Los tickets se pueden comprar en las estaciones o paradas a través de unas máquinas y en unas cajas que son atendidas por personas que ayudan al usuario a escoger el ticket más conveniente. El transporte posee unas pantallas en los paraderos donde se comunica la hora de llegada del tranvía, metro o tren, según sea el caso y de verdad son muy puntuales, si dicen que pasa en tres minutos, así será. Limpio y ordenado, ninguna mancha ni grafiti, no se puede comer ni fumar adentro. Por supuesto y la recomendación de rigor, jamás subirse sin pagar debido a que las multas son muy elevadas.



De momento el uso del transporte público es un lujo que no nos podemos dar, debido a su costoso precio, es por eso que decidimos trasladarnos de un lugar a otro en bicicleta o simple y llanamente caminando. Sacamos los cálculos y económicamente era lo más conveniente, en teoría con tres meses de tickets del transporte público ya tendríamos pagadas nuestras bicicletas. La ciudad está pensada y armada para los ciclistas, hay ciclovías delimitadas por todos lados, en algunos casos marcadas por las calle y en otros por las veredas. Los semáforos funcionan a la perfección para que en la vía pública convivan en completa armonía los peatones, autos particulares, tranvías y bicicletas. Me llama muchísimo la atención la no utilización de casco de los ciclistas, algo que entiendo es penado por la ley. Sin exagerar en un sondeo realizado por nosotras mismas, diríamos que aproximadamente 1 de cada 20 ciclistas lo llevan puesto.



El reciclaje es un aspecto bastante importante en la ciudad, la mayoría de las casas recicla. Existen desplegados por toda la localidad contenedores para uso exclusivo de reciclado: papel, cartón, vidrio, plástico, residuos orgánicos, etc. Así como pasa el camión de la basura (igual que en Chile) pasan los camiones recicladores vaciando los contenedores de las calles, casas/edificios particulares, restaurantes y negocios en general. Hay supermercados que tienen unas máquinas a las que uno puede depositar botellas plásticas y de vidrio (cada una tiene un valor asignado), al momento de pagar en caja uno entrega el ticket que previamente nos dio la máquina y se hace un descuento en la boleta de la compra. Así que una de nuestras tareas es tratar de cooperar con el medio ambiente, reciclando todo lo que se pueda, además del uso de las bolsas de género para ir a comprar ya que no se entregan bolsas plásticas en el comercio.


El clima es un tanto caótico en esta ciudad, en teoría estamos en primavera. Las temperaturas superan los 18°C y hasta incluso pueden llegar a los 28°C sin problemas, pero las tormentas eléctricas son pan de cada día en este lugar, llueve como si no hubiera un mañana. En estos dos meses nos han tocado en plena calle donde en menos de diez minutos quedamos todas empapadas de agua y a los siguientes diez sale el sol nuevamente. Noches con truenos y relámpagos, granizos y cortinas de lluvias, es como si la tiraran con baldes desde el cielo. Definitivamente el paraguas y las capas para la lluvia se han vuelto nuestros aliados durante las jornadas de tormentas. En esta ciudad los fines de semanas apenas sale el sol y suben las temperaturas sagradamente la gente desborda las plazas y parques. Se aprecian por doquier mantitas de picnic que reúnen amigos y familiares con el infaltable asado, el libro de lectura ligera, la mítica pichanga entre grandes o chicos, el bikini para el baño de sol, música y por supuesto una amena conversación entre risas y alegría. Por supuesto que la entrada a estos lugares es total y absolutamente gratuita con la única tarea de no dejar rastro alguno de nuestra estadía en el lugar.


El idioma es sin duda la barrera más compleja al vivir en esta ciudad. Donde algo que puede parecer tan sencillo como por ejemplo leer un menú en un restaurant o entender las etiquetas de los productos del supermercado se vuelve el problema más terrible del universo. Definitivamente mi alemán aun esta cero y agradezco la existencia de la tecnología la cual me ha ayudado a sobrevivir en gran parte a este inentendible idioma. Al no poder comunicarme en alemán, me he visto en la obligación de hablar en inglés, donde me sorprendo a mí misma con lo mucho que he mejorado.


Casi todo el mundo que vive en el extranjero por un largo período de tiempo se encuentra con el famoso choque cultural. En realidad los choques culturales son siempre los mismos en cualquier parte del mundo: la comida, las amistades, la familia, las distancias, el idioma, el uso de las cosas, el clima, el piso compartido, etc. Poco a poco nosotras vamos superando cada etapa y cada desafío que se nos van presentando en el camino, algunos más difíciles que otros. Si me preguntan cuál es la fórmula secreta para superar el choque cultural, les diría que lo mejor es enfrentarlo con optimismo, es decir que cuando lleguen a cualquier lugar del mundo por más ínfimo que sea, tiendan a ver y a juzgar las cosas en su aspecto más positivo o más favorable, y así superaran barreras que ni en sueños habrían imaginado.


-CAOM-

 
 
 

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