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LA CIUDAD DE LA LUZ, PARÍS

  • Foto del escritor: camiolmi
    camiolmi
  • 12 ene 2018
  • 6 Min. de lectura

Después de haber cruzado el atlántico durante unas seis horas aproximadamente arribamos a la popular capital de Francia, París. La ciudad más poblada de ese país y uno de los núcleos económicos más importantes de Europa después de Londres. Es conocida también como “La Ville Lumière”, frase que traducida al español significa “La ciudad de la luz”, convirtiéndose en el destino turístico más popular del mundo.


¿Por qué ciudad de la luz?, bueno existen tres teorías al respecto de las cuales no voy a entrar en detalles y donde cada una alberga su propia verdad, en lo personal con la que yo me quedó es la que se basa en el primer alumbrado público de las calles y plazas realizado por las autoridades del país y no autogestionada por los propios vecinos, debido a que habían personas del municipio quienes se encargaban de encenderlas en las noches y apagarlas al amanecer. El sistema de luces recorría las vías principales cambiando por completo la estética de la ciudad.


Llegamos de día al famoso aeropuerto de Paris- Charles de Gaulle (CDG), grande, limpio y muy ordenado. Con grandes proezas logramos recoger nuestro equipaje y tomar el metro con dirección a la estación Gare du Nord, la cual hacía combinación a la línea 2 la que finalmente nos llevaba hasta la estación Blanche donde se encontraba nuestro hostal. Al llegar hacemos el check inn y nos entregan dos mapas, uno con un sinfín de información de lugares turísticos por recorrer y el otro con las líneas del metro, que déjenme contarles son 16 líneas diferentes que se comunican entre ellas y con los trenes RER. Según las estadísticas París posee la tercera red de metro más larga de Europa Occidental, superada por Londres y Madrid. Este sistema de transporte recorre todos, absolutamente todos los puntos de la ciudad, se dice además que no hay ningún punto de París alejado más de 500 metros de una estación. Pasando el dato del buen “chileno”, el ticket básico y más económico sale 1,80 EUR unos 1.300 pesos chilenos aproximadamente.


Comenzamos a dejar los pies en las calles de París y empezamos a adentrarnos en los recovecos de esta maravillosa ciudad. Caminando sin rumbo ni un objetivo claro, el primer día nos encontramos por casualidad con el Arco del triunfo más celebre del mundo, recordemos que muchas de las ciudades de Europa poseen uno o más de uno. Es uno de los monumentos más famosos de la capital francesa, construido bajo el mando de Napoleón Bonaparte para conmemorar la victoria en la batalla de Austerlitz. Al estar ahí y verlo con mis propios ojos es definitivamente imponente, grande y da la sensación que nada podría derribarlo.


Donde nos alojábamos literalmente teníamos a la vuelta de la esquina el mítico “Moulin Rouge”, en español “Molino Rojo”, el famoso cabaret Parisino. Por lo que entiendo posee un espectáculo de variedades que combina diversos números independientes, baile, magia y canto con presencia importante del contenido erótico. Mismo contenido que debo decir, en ese barrio donde residíamos era muy explícito por las tiendas y negocios que rodeaban la Place de Clichy. Al caminar se podían observar diferentes tipos de accesorios sexuales, vestuarios y disfraces, cabaret y discotecas de todo tipo muy bien protegidas por unos fornidos guardias de raza negra.


La Catedral de Nuestra Señora o en francés La Cathédrale Notre Dame, es una antigua iglesia Católica de estilo gótico ubicada en la pequeña isla de la Cité, rodeada por las aguas del río Sena. Por lo que he leído entiendo que fue dedicada a María, madre de Jesucristo y sin duda alguna se suma a la lista de los monumentos más populares de la capital francesa. De mi visita a esta catedral rescato su tremenda y perfecta arquitectura.


Tuvimos el placer además de poder conocer uno de los museos más famosos del

mundo, el Louvre, debo reconocer que una de las ventajas de tener pasaporte europeo es que en la mayoría de los lugares turísticos me dejaban entrar gratis o bien me hacían una rebaja considerable al precio original. Es un palacio distinguido y muy grande, tanto así que es difícil decidir por dónde empezar a recorrerlo. Adentro hay de todo lo que uno se pueda llegar a imaginar, dentro de mi alta ignorancia en el tema de las artes puedo reconocer con mucho esfuerzo que habían pinturas occidentales, esculturas de diferentes tipos, antigüedades orientales, artes del islam, la historia de los romanos y los griegos, etc. Sin dudarlo no nos podíamos ir de ese interesante lugar sin antes ir a conocer la mundialmente obra maestra de Leonardo Da Vinci, La Gioconda o La Mona Lisa, como quieran llamarla. Por ahí creo que la fama de esta pintura no se basa únicamente en la técnica empleada o en su belleza, sino también en los misterios que la rodean. Debo confesar que la tuvimos que ver de bastante lejos ya que había una multitud de turistas alrededor del cuadro buscando lo mismo que nosotras, obtener la mejor foto junto a ella. Finalmente llevábamos alrededor de tres horas recorriendo el museo cuando por los alto parlantes indican que hay que desalojar el lugar por aviso de bomba, rápidamente como buenas chilenas que somos, apretamos cachete sin retorno a ese maravilloso templo de la historia mundial.



Esta parte de la travesía la llamaré “En búsqueda de La torre Eiffel”, de verdad que dejamos el alma por las calles de París buscando la famosa torre. Caminamos por horas y lo peor de todo es que la veíamos a lo lejos pero no llegábamos nunca a ella. Mirábamos y leíamos una y otra vez el mapa y justo en el momento en que ya perdíamos las esperanzas de poder encontrarla, apareció mágicamente a nuestros pies. Por supuesto que la primera impresión al verla es quedarse sin palabras y con la boca abierta por lo grande que es, uno pasa a ser un insignificante ser humano al lado de tan glamorosa estructura. Extrañamente no había mucha gente cuando llegamos, así que rápidamente hicimos uso de nuestras cámaras, celulares y palitos selfie para aprovechar esa magna oportunidad que no se volvería a repetir. Luego de rodearla por todas partes, intentamos subirla pero estaba cerrada y es ahí cuando nos damos cuenta de por qué no habían tantos turistas a su alrededor. Fuimos en otra oportunidad a visitarla, pero esta vez de noche. Muy elegante se veía ella vestida de un manto de luces que resplandecían toda la ciudad. Justicia le hace el lema que tiene en su propia página web: “La torre Eiffel, no hay una sensación igual”.


El río Sena en francés Seine, es un largo río que atraviesa la ciudad de París cumpliendo

con dos funciones importantes una de ellas administrativa y la otra turística. Yo me quedo por supuesto con el lado turístico, atraviesan sobre él alrededor de 37 puentes parisinos, cada uno con su propio diseño e historia que contar. De día lo recorríamos a pie buscando distintas zonas turísticas de la ciudad, sin embargo de noche nos regalamos el placer de poder navegarlo, un momento mágico y atemporal, es como descubrir París al ritmo del agua. Nos podíamos instalar cómodamente tras las ventanas del barco o en cubierta para disfrutar de la soberbia vista de los monumentos más destacables de la ciudad como: la torre Eiffel, la Catedral de Notre-Dame, el Louvre o el museo de Orsay. El recorrido sale entre 15EUR y 18 EUR ($11.000 y $13.000) y dura entre una o dos horas, eso va a depender del ticket que compren. Por supuesto y no esta demás comentarlo que si vienen en época de invierno deben subirse al crucero bien abrigados. Sin duda una experiencia única, inigualable y cien por cierto recomendable.


Lo bueno de la ciudad: el capital cultural que posee por sí misma. Su historia diría que es una de las más interesantes del mundo.

Lo malo de la ciudad: la gente al igual que en Santiago evade los pasajes de metro y de bus, por supuesto que guardando las proporciones, allá no es tanto como acá.

Lo feo de la ciudad: el olor, de verdad que ahora entiendo porque son tan reconocidos sus perfumes a nivel mundial. Una vez un amigo me dijo: “Francia es hermoso pero sin Franceses”.


Finalmente después de recorrer la Ciudad de la Luz lo que puedo afirmar es que definitivamente París ha dejado atrás su carácter de villa medieval para transformarse en una metrópoli moderna y fascinante, cuyos puentes sobre el río Sena, edificios y monumentos impresionan a todos los turistas que la visitan.

-CAOM-

 
 
 

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